- El docente tendrá la condición de autoridad pública.
- Podrá sancionar sin abrir un expediente disciplinario.
La falta de respeto a un docente goza de tal impunidad que puede
convertirse en una tradición familiar. Uno de los casos que el año
pasado llegó a la oficina del
Defensor del Profesor fue
el de un maestro de Primaria que sufría la constante falta de
disciplina y las burlas de uno de sus alumnos. Llamó a los padres. Éstos
le insultaron en una reunión a puerta cerrada. No cabía denunciar la
situación: era su palabra contra la de ellos. Se resignó. La díscola
criatura pasó de curso. Pero el alivio fue breve. En el aula entró su
hermano pequeño, y desplegó un repertorio similar heredado. La respuesta
de los padres fue la misma.
Noticia completa.